Festividad campestre por excelencia, reminiscencia, acaso de las que antaño se hacían de exaltación de la primavera.
En este día, grandes grupos de familiares y amigos salen del pueblo en
busca de cualquier paraje idílico, junto a los manantiales y arroyos, para
degustar, entre juegos, risas y alegría, algunos productos típicos de esa época
como son, las primeras habas, los caracoles picantes, los bollos con pasas y el
tradicional Hornazo, hecho con la misma masa del bollo de aceite y de formas
variadas, algunos imitando a aves, y con el aditamento de los huevos, cruzados
por encima con tiras de la misma masa. Los concurrentes de cada grupo, para
quedar libre de toda tentación maliciosa, lo primero que hacen al llegar al
lugar elegido es “atar al Diablo”, materializado en la rama de un árbol,
Los antecedente históricos, de esta fiesta, en su aspecto religioso, se
encuentran en la cofradía de la Ánimas del Purgatorio con sede en el convento
de San Francisco de Asís, instituida como fiesta de la propia hermandad en un
cabildo que celebraron el 31 de Mayo de 1956. Después, se hizo día de precepto
por una R.O. de Felipe V, en recuerdo de la victoriosa batalla de Almansa.
Este es el hornazo:
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